Los costosos prejuicios de AMLO

Comparativo de remuneraciones sector privado APF 1

Mal empieza un general la batalla cuando antes de iniciarla anuncia a sus tropas, sin siquiera dirigirse a ellas de frente, que les reducirá su sueldo y prestaciones de manera sensible, que despedirá a un número importante de oficiales, que la mayoría deberá mudar a sus familias a otra ciudad y que su jornada semanal se alargará de 40 a 48 horas. Así, López Obrador, con más de cinco meses de antelación, se los ha hecho saber a quienes estarán bajo su mando a partir del 1º de diciembre.

Su decálogo de austeridad refleja en muchos de sus apartados, que su visión de la Administración Pública Federal es una mezcla de prejuicios e ignorancia respecto a cuestiones básicas de su operación, de la forma como ha evolucionado su estructura, de su marco jurídico y laboral y, sobre todo, de la gestión del capital humano. Pieza vital para el buen desempeño de una organización que provee servicios públicos, como es un gobierno.

El estereotipo de servidor público que se desprende de sus planteamientos y que ha servido para el escarnio popular en los medios y en las redes sociales, es que están sobrepagados, tienen demasiadas prestaciones, disfrutan de prebendas abusivas, trabajan poco, la mayoría de ellos ocupa puestos redundantes cuya eliminación es inocua. Además, son corruptos, llegan ebrios a sus oficinas o, de plano, se alcoholizan en ellas o en pachangas y convites con contratistas y proveedores.

Para quienes hemos trabajado en el servicio público, desde dentro y desde fuera, no dudamos, porque los hemos visto y en no pocas veces sufrido su prepotencia, que existan ese tipo de funcionarios. Pero con la misma claridad, podemos afirmar que no representan de ninguna manera, a la enorme mayoría de servidores públicos que integran y hacen funcionar con su experiencia, conocimientos y esfuerzo a la Administración Pública Federal (APF).

Con el propósito de diseñar una política de remuneración sobre bases técnicas, a partir de 1997 se empezó a utilizar en la APF un sistema de valuación de puestos acorde con su naturaleza, que permitiera: a) alinear los puestos de los sectores central y paraestatal con base en su grado de responsabilidad para retribuirlos de manera equitativa y, b) facilitar la comparación con el mercado nacional para conocer el grado de competitividad del paquete de remuneraciones del sector público.

Como se aprecia en la siguiente gráfica, el tabulador de la APF está por debajo de las remuneraciones que ofrece el sector privado para puestos con una dimensión equivalente. De hecho, esta distancia se ha acrecentado en los últimos años, siendo más marcada en los puestos de mayor jerarquía como son los secretarios de Estado. Esto último también se presenta en otras naciones, donde presidentes y primeros ministros tienen salarios que son fracciones de lo perciben puestos equivalentes en el ámbito empresarial.

Remuneraciones mensuales del sector privado versus Administración Pública Federal 2018*

Grafica Comparativo de remuneraciones sector privado APF

Sin embargo, lo distintivo del caso mexicano es que la presión política que por varios sexenios se ha dado para no incrementar la remuneración de los cargos más altos, sobre todo la del presidente, ha compactado la estructura salarial provocando que la diferencia en ingresos de los primeros seis niveles sea mínima pese a la notable diferencia en su valor tabular, es decir, en su responsabilidad.

Cierto, que existe una notable distancia entre el tabulador de la APF con el salario mínimo o con las remuneraciones que en promedio perciben los trabajadores y mucha gente del campo. Pero, las referencias deben ser distintas cuando, en una economía de mercado, se trata de atraer y retener el talento que se requiere para el desempeño de las tareas del Poder Ejecutivo, cuya complejidad va en aumento en todos los frentes donde está presente: tecnología, seguridad pública, salud, medio ambiente, alimentación, relaciones internacionales, desarrollo urbano, etc.

Reducir a la mitad los ingresos de aquellos puestos que superan el millón de pesos anual y eliminar buena parte del paquete de prestaciones de los servidores públicos, destruye una de las columnas del servicio profesional de carrera y acentúa la falta de competitividad del tabulador de la APF. Pero, lo más grave es que envenena el clima laboral, porque estos anuncios han calado hondo en la moral de los servidores públicos, dando píe a legítimas preocupaciones de orden personal y familiar, que están paralizando a una administración que aún no concluye su período, o bien alentando la deserción de recursos valiosos.

La grada aplaude entusiasta y rabiosa cuando ve cómo cae la guillotina. Llegó el tiempo de la revancha que alimentaron excesos que nunca debieron darse. Pero, quienes desde lejos vemos el espectáculo nos queda claro que la acción conjunta de las medidas anunciadas por López Obrador, precarizarán a un segmento importante de la clase media, cuyo trabajo suma al producto interno bruto y a la recaudación fiscal, so pretexto de redistribuir lo que fueron sus ingresos en programas asistenciales comprometidos en la campaña.

López Obrador, como la gran mayoría de su gabinete, nunca han trabajado en la APF, y cuentan con una mínima o ninguna experiencia como administradores públicos. Desde un punto de vista de gestión de talento puede afirmarse que, para muchos de ellos, transitar de las posiciones que ocupan actualmente a ser titulares de alguna secretaría o subsecretaría de Estado o entidad paraestatal significa un salto abismal, lo que incrementa los riesgos que se corren con su designación y anuncian largas, costosas e inevitables curvas de aprendizaje. Más aún, cuando en el ejercicio de sus anteriores ocupaciones, no requirieron desarrollar las competencias conductuales, las habilidades gerenciales, los conocimientos y la experiencia que demanda el desempeño de un cargo de primer nivel en la administración pública. Buenos investigadores, jueces, legisladores, incluso directores de empresas privadas no necesariamente hacen buenos funcionarios públicos.

Por ello, resulta suicida que, ante esta realidad, se lastime justamente a los niveles que, como una red protectora, interactuarán con personas que son noveles en su papel de funcionarios públicos. Así, da la impresión de que López Obrador y su equipo están actuando con la temeridad de aquel que decide emprender una jornada peligrosa, sin entender los riesgos que está asumiendo y las posibles consecuencias de sus actos, tanto en él como en otros.

La estructura de la Administración Pública mexicana se desdobla a partir del principio de delegación. En la Constitución, el pueblo soberano delega en el presidente de la República el Poder Ejecutivo. A su vez, este lo delega en secretarios y, más adelante, como lo establece la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y los sendos reglamentos internos de cada de dependencia, estos lo delegan de manera fragmentada en subsecretarios, jefes de unidad, directores generales, etc.

A través de estos entramados organizacionales se aplica un vastísimo marco normativo; leyes, reglamentos y normas en infinidad de materias, lo que, a su vez, da origen a cantidad de procesos administrativos que sirven para planear, supervisar, aprobar, promover, vigilar, sancionar, regular, concesionar, etc. que cruzan a lo largo y ancho el Gobierno Federal conectándolo con: el sector paraestatal, los órganos autónomos, los gobiernos estatales, los poderes legislativo y judicial, el sector privado, con gobiernos extranjeros y, desde luego, con el ciudadano nacional y extranjero.

Esto significa que la dimensión y estructura de la Administración Pública se deriva, en buena parte de la obligación de ejecutar un marco jurídico, que en muchas ocasiones se ha elaborado y aprobado por el Poder Legislativo sin tener claro su pertinencia, eficacia y las implicaciones presupuestales para aplicarlo. De hecho, en muchos casos, leyes y reglamentos se aplican a medias porque no hay recursos para hacerlo de manera contundente. O bien, como sucede con las normas de control, estas, lejos de lograr el fin para el que fueron diseñadas, se convierten en taras que ralentizan a procesos sustantivos o dan píe a simulaciones que a la larga provocan otros problemas.

Eliminar el Estado Mayor Presidencial y varias subsecretarías, mudar, sin ningún estudio previo, a muchas secretarías y entidades de la Capital a otras ciudades, eliminar al 70% del personal de confianza, desaparecer las oficialías mayores, concentrar todas las compras  en un solo ente y hacer depender a todas las delegaciones federales de un superdelegado estatal, es equivalente a iniciar la remodelación drástica de un edificio sin antes darse el tiempo para saber cuál es su uso y entender que función tienen los muros y las columnas, y por donde corren las tuberías de agua, drenaje y electricidad.

Ciertamente en la Administración Pública Federal hay muchas áreas de oportunidad para abatir su dimensión, el costo y mejorar su eficiencia. Pero hay que actuar con la finura del cirujano, no con la tosquedad del leñador. Más aún, porque reformarla y reestructurarla no es una tarea para principiantes, dado que es un largo tren en marcha imposible de parar.

Lo primero, como sucedió con la reforma administrativa de 1976 que fue de gran envergadura, sería alinear la estructura de la Administración Pública Federal con los objetivos del plan de gobierno. No se puede desplegar un ejército cuando se desconoce el tipo de batalla que se va a pelear. Planteado lo estratégico habrá un marco para establecer lo táctico y, posteriormente, definir las cuestiones operativas. Hoy parece que hemos iniciado al revés. Más aún, en términos organizacionales donde, como sucede con el techo de una casa, los cuadritos de la estructura son lo último, y no lo primero que se pone.

El primer paso para no errar es tener la humildad para admitir que no se sabe. Y esto, para quien tomará las riendas de una Administración Pública tan grande y compleja como la Federal, debe ser una actitud indispensable. López Obrador debería aprovechar los meses que tiene por delante, que son muchos, para informarse, reflexionar y plantear las cuestiones estratégicas que normarán su plan de gobierno. Ya terminó la contienda electoral y con ella la necesidad de estar haciendo anuncios a diario para ganar votos. El recurso de lanzar petardos mediáticos para colocarse como el orquestador de la polémica pública es una útil estrategia de campaña, pero cuando se deja de ser candidato y casi se es presidente electo, seguirlo haciendo puede significar la rápida pérdida de capital político, porque quien ahora habla tiene virtualmente el poder público y eso les da otro peso y sentido a sus palabras. Lo que en voz de un candidato son ocurrencias intrascendentes, en la de un presidente se convierten en errores garrafales.

 

*Esta gráfica se tomó del documento de trabajo “La Remuneración de los Servidores Públicos del Gobierno Federal y Entidades Paraestatales”, elaborado y publicado por Hay Group S.A. de C.V. en 2003 y se actualizó con datos del mercado de 2018 y del Manual de Percepciones de los Servidores Públicos de la Dependencias y Entidades de la Administración Pública Federal publicado en el Diario Oficial de la Federación el 14 de febrero de 2018

16 pensamientos en “Los costosos prejuicios de AMLO

  1. Amlo considera que gobernar es prometer, dar limosnas y ser ocurrente para ganar popularidad que ya no necesita, ahora es presidente, esto es la mejor experiencia que un ser humano tiene para dirigir un gran país como lo es nuestro México, deseó sinceramente que de una vez por todas deje de ser soverbio y chistoso por que va a causar un gran daño.

  2. Estimado Alfredo, te felicito por el artículo acerca del adelgazamiento de tabulador, puestos y salarios de la APF, de sus posibles consecuencias y de la problemática que implica instrumentar dicha política, que puede estar bien intencionada, pero todo indica que no está bien calculada. En ocasiones el remedio si no es el adecuado, empeora la enfermedad.

  3. Totalmente de acuerdo con usted es uba falra de resoeto y atenta contra nuestra forna de trabajo. No somis improvisados y no tenemis canongias trabajamis mas de 14 hiras con mucha responsabilidad

  4. Estimado Alfredo: Con un saludo, no omito comentar que el análisis es muy cuerdo, si bien durante la campaña, todo esto se comentó por parte del Presidente Electo A. M. López Obrador, y de acuerdo en que la forma de implementarlo es lo que nos dará la seguridad y confianza de que este cambio, esta transformación era no solo la necesaria, sino la correcta y adecuada. La acción de austeridad va acompañada de alto a la impunidad y a la corrupción, hechos que son el cancer de nuestro país, y que no hubieramos soportado un sexenio más. Yo considero que mas que dar el beneficio de la duda, es por supuesto, ver cual es mi participación en este no solo nuevo enfoque de país sino una mejora en la calidad de vida que incluya prosperidad (no para unos cuantos), seguridad, tranquilidad y paz. Viajamos al extranjero cumpliento las reglas y normas, arguyendo que no tiran basura, que hay respeto al transeunte, que se cruza la calle en las esquinas, etc. etc., y a nuestro regreso se nos olvidan esas reglas y normas…. Cabe en este momento aplicar todos nosotros la filosofía expresada por el Presiente J. F. Kennedy: no es preguntarme que es lo que mi país puede hacer por mí, sino que puedo HACER YO POR MI PAIS; es aquí donde radica el verdadero cambio que desde el gobierno se construya y ejemplifique la verdadera manera de conducirse haciendo lo que me corresponde hacer, con el mejor de los resultados , en el menor tiempo (por evitar dispendios). Se llama calidad de vida, de ciudadano y por ende de país. México, es tan rico y poderoso, que a la larga, en lugar de decir, ya ves, me choca decir … te lo dije… pero se los dije…. mejor proclamar… que bueno que nos dimos la oportunidad de recuperar nuestros valores y nuestra belleza y riqueza de raza. Por un México digno, seguro y ejemplo ante nosotros y las naciones… hagamos lo propio, que los resultados no se harán esperar y llegue el día en que en una de las obras de Alejandro Jodorovsky, en que se preguntaban cantando…..Papá cuiando van a hacer una gran junta….para cambiar este mundo…. no te parece inmundo??’… llegó la hora… a darle todos, que la nación y nuestras futuras gerenaciones nos lo demandan.

  5. Pues otros jefes te hace trabajar más hora, y sin pago extra por que se lo roban. O que le hacen a ese presupuesto, se lo ponen a otros amigos cercanos y sin trabajar, o muchos trabajar y se desaparecen, o y ni siquiera 40 horas, o nunca lo conocimos hasta fin de año cuando van por sus vales.
    O los de estructura esos saben que su jornada será larga así és, son necesidades del servicio, que 48 hrs. Ellos siempre tienen que trabajar más tiempo, más de 48 hrs.
    Entonces por que se espantan, ni saben ni trabajan en Gobierno.
    Espero pongan orden que es lo que necesita el País.
    Si fuera otro partido se quejarían que muchas burocracia, que no hacen nada, lo odio, flojos, viven de Estado, de nuestros impuestos. Etc..
    Otros se quejan solo por que no están de acuerdo y no ganó su partido y continuar robando al Estado, claro el Estado es la comunidad,que paga impuestos.
    Se quejan por que tienen sueldos Extrastosfericos y sin hacer nada, !que fácil!
    😱😱
    Mejor que no diga nada, hasta que este arriba y entonces poner orden.

  6. Inexperiencia y ocurrencias son equivalentes a costosísimos fracasos, desarticulan la administración pública. Imponer a gente que solo busca medrar para sus fines particulares desalienta incorporación de talentos y tiene costo enorme aunado a la idea de descentralización de Secretarías. Imponer UN SOLO coordinador de comunicación entre estados y Ejecutivo es Autoritarismo total. Etc.

  7. Como funcionarios públicos de carrera nos sentimos ofendidos con todos los calificativos con que define a los servidores públicos, además de que somos los que contribuimos con gran parte del trabajo que le compete y del engranaje de la economía que al parecer sus “asesores” no saben o me le han dicho

  8. Qué visión tan clara y precisa de la APF. Coincido en su perspectiva pero, como ya se habrá dado cuenta, pertenezco a la minoría pensante

  9. En lo único con que no estoy de acuerdo con el contenido del artículo, es en lo de llamar a todos quienes pudieran «perjudicarse» con la política de austeridad propuesta por y para el nuevo gobierno, como gente «al mando» del presidente, porque en México, al menos de Derecho, entidades como el Poder Judicial de la Federación, no están ni deben estar ni nunca debieron estar, «al mando» del presidente.

      • Alfredo:
        Tu artículo, me ha dado una visión del tema, que no había percibido.

        Siempre es grato leer argumentos de » de parte contraria » para ampliar el panorama.

        No es mi propósito polemizar, sobre la personalidad e intencionalidad en su forma de gobernar y de las decisiones, de nuestro próximo presidente, pero no puedo substraerme a un pasado que le condena su falta de probidad en asuntos por demás conocidos, como su forma de vivir, la construcción del segundo piso, ( información que se encuentra oculta) y el dispendio de sus colaboradores, la deuda pública que le dejó al Distrito Federal y la famosa marcha » blanca» que fustigaba su mala actuación con respecto a la seguridad.

        Entonces, ¿para qué hablar de « austeridad», o para qué atreverse a « corregirle la plana » a otros, cuando no lo ha hecho con él mismo?

        Éste, es el tema.

  10. Estoy de acuerdo con el texto de Jaime, ha sido claro, López Obrador necesita que todos colaboremos, no podemos ver el futuro de México en forma negativa, vamos también a trabajar junto con nuestro nuevo gobierno, queríamos un cambio y ya hemos dado el primer paso.

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